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La pieza fue concebida durante extensas sesiones de grabación de campo en diversos sectores de Neiva: plazas, avenidas, zonas ribereñas y barrios centrales. Se utilizaron micrófonos de alta fidelidad para captar tanto los sonidos presentes como los recovecos acústicos, buscando capturar la cadencia de la vida urbana en su forma más íntima. En el montaje, las capas sonoras se entrecruzan mediante fundidos suaves y solapamientos, permitiendo que ambientes aparentemente disonantes dialoguen. Se destaca también el uso de pasajes silenciosos como pausas reflexivas, para que el oyente reoriente su escucha hacia lo imperceptible. El autor sugiere experimentar la obra con audífonos de calidad en una sala despejada, para percibir espacialidad y profundidad.